Hue, Da Nang y Hoi An: el centro de Vietnam

Viajando por suerte
6 min readNov 13, 2023

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Inspirados por nuestra visita a la antigua capital del imperio Viet en Ninh Binh, decidimos ir de oca a oca (o de capital imperial a ídem) y poner rumbo a Hue, otra antigua capital más reciente. Así, tras una noche en un bamboleante autobús con sueño ligero, interrumpido por sutiles volantazos y agradables bocinazos, llegamos a nuestro primer destino del centro de Vietnam.

De puertas para fuera, Hue es conocida por su ciudad prohibida. Este complejo que incluía la residencia del emperador, de sus mujeres y demás empleados palaciegos, estuvo en funcionamiento hasta principios del siglo XX. La mayor parte de nuestro tiempo en Hue se fue en fisgonear las distintas estancias palaciegas, ya fueran en ruinas o reconstruidas, mientras nos achicharrábamos bajo un inclemente sol. Intentamos alejarnos del bullicio de autobuses turísticos que traen y llevan gente a esta ciudad prohibida para adentrarnos en la ciudad de Hue cruzando el famoso río del perfume (aunque el olor no corresponda a la nomenclatura).

El recinto amurallado de la ciudad imperial de Hue

La ciudad de Hue fue reconstruida tras la guerra de Vietnam (o la guerra americana, depende de la nacionalidad de quien la nombre) usando de molde avenidas de otras grandes ciudades del mundo, por lo que poco tiene que ver con otras ciudades vietnamitas en diseño. Amplias avenidas, un paseo peatonal a lo largo del río del perfume y grandes jardines y estatuas componen la base sobre la que el caos vietnamita característico se asienta. Quizás por esta mezcla o quizás por su rica historia, en esta ciudad se fragua una de las cocinas con más renombre del país. No por nada se puede ver el apellido Hue en muchos de los platos que se comen en el resto del país. En nuestra corta estancia, no paramos de comer: bun bo Hue (un caldo de ternera), banh beo, banh bot loc (bocados de masa de arroz con distintos rellenos hechos al vapor), banh khoai (una tortita rellena crujiente), nem lui (pinchos de carne sobre palos de citronella)…y más cosas de las que seguramente nos olvidamos.

Uno de los palacetes (con usos políticos) construidos a los pies del paseo fluvial de Hue
El buque insignia de la gastronomía de Hue, Bun Bo en esta ciudad, Bun Bo Hue en el resto del país

Con las mieles de sus cocina aún en los labios (literalmente), marchamos a Hoi An, otra de las perlas culturales de Vietnam. Esta pequeña ciudad es la que viene a la mente de la mayoría de la gente cuando piensa en Vietnam. Casas bajas a lo largo de un apacible río, farolillos de colores poblando las calles y sobre los cientos de barcas que surcan el río, y sonrientes locales cubriéndose de un intenso sol con los icónicos (y cónicos) sombreros de paja. No por nada esta ciudad ha poblado el top 10 de lugares que visitar al menos una vez en la vida. Tal vez por ello ahora es difícil no ver esta ciudad con una nueva constante en sus calles, una riada de visitantes que portan gorras en vez de sombreros, cámaras en vez de farolillos y copan los ríos de barcas y las calles de carricoches pegados a bicicletas.

Los famosos farolillos vietnamitas inundan las calles de Hoi An
Hoi An por la noche, durante el festival de las luces

No por ello deja de ser un entorno único. Durante las mañanas, cuando los faroles aún no pueden imprimir su magia en las calles, las riadas de visitantes parecen buscar cobijo en otros lugares, y son los lugareños los que salen a las calles a disfrutar de su pho (caldo con fideos de arroz) o su banh mi (bocadillo especialidad de aquí) y su café. Al anochecer, como si de mareas se tratase, vuelven los turistas a medida que las luces empiezan a dotar de encanto a las orillas del río. Hoi An es una localidad viva, con retazos de otra época y de las muchas culturas que por aquí pasaron y siguen pasando en busca de comerciar y conseguir fotos, respectivamente.

Durante el día, el río y las calles de Hoi An no parecen las mismas

Tras unos días imbuidos en este ambiente, decidimos terminar nuestro periplo por el centro de Vietnam en la ciudad vecina de Da Nang, menos turística pero no por ello menos interesante. En Da Nang encontramos una tranquilidad y una capacidad de exploración local que ni Hue ni Hoi An nos pudieron ofrecer. Fuimos a cervecerías locales, conocidas por servir también caracoles marinos para acompañar. Lo hicimos por probar pero sobre todo, para cubrirnos de las lluvias nocturnas. De paso, pudimos disfrutar del asombro de los locales por encontrarnos en su establecimiento de confianza y brindar en la distancia a la espera de poder volver a la calle.

La ciudad de Da Nang brilla de noche a la orilla del río

Cuando las lluvias se fueron, Da Nang nos permitió visitar su playa, su paseo marítimo, su paseo fluvial, las montañas de mármol (con más mármol pulido a sus pies en forma de estatuas que en las montañas) y su popular puente del dragón. No dejes de buscar este último ya que de vez en cuando, por las noches, el dragón que se extiende a lo largo del puente expulsa fuego por la boca. Habiendo absorbido parte de la herencia cultural de Vietnam, así como litros de distintas sopas y caldos y unos cuantos caracoles, ponemos rumbo al sur del país, a la espera de seguir disfrutando de este gran (y alargado) territorio.

Las montañas de mármol, al sur de Da Nang (y al norte de Hoi An)

Qué nos hubiera gustado saber antes de visitar Hue, Hoi An y Da Nang.

  • La mayoría de recorridos por Vietnam no paran en Hue, visitan la ciudad imperial y continúan. Para nosotros la ciudad imperial no merece tanto la pena como la ciudad per se. La gastronomía merece la pena, pero pasear por una ciudad algo más relajada que el común de las ciudades vietnamitas merece la pena. Además, hay mucha oferta de bares, lo que facilita una noche agradable en la ciudad.
  • Pese a que Hoi An es una ciudad espectacular, no deja de ser un reclamo turístico muy grande, por lo que las masas de turistas y la oferta occidentalizada y china son mayoritarias. Nosotros hicimos por visitar el festival de las luces (que se celebra todas las lunas llenas) pero pudimos estar allí otras dos noches y podemos asegurar que la diferencia entre una noche normal y una de luna nueva no es tanta como para planear un itinerario en torno a ello.
  • Da Nang nos pareció una base de operaciones espectacular. Con zona de playa, buenos restaurantes locales y turísticos, y lo suficientemente cerca del resto como para organizar visitas con una base fija.
  • Además de lo que aquí escribimos, también visitamos el famoso puente de las manos de Buda en Ba Na Hills. Es cierto que tuvimos mala suerte con el tiempo con niebla y lluvia constante pero a nosotros, personalmente, no nos mereció la pena. Entre entrada y transporte pagamos más de 60€ por cabeza y no deja de ser un parque temático que intenta emular edificaciones europeas y jardines en lo alto de una montaña. Eso sí, las vistas desde el funicular de acceso son espectaculares, con un valle que termina en Da Nang y en el mar, pero en nuestra opinión no compensa el desvío ni el elevado precio.
Lo que pudimos ver del puente de las manos de Buda
Las vistas subiendo a Ba Na Hills

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